Entre el 6 y 26 de diciembre, los antiguos pobladores de México, celebraban fiestas en honor a Huitzilopochtli. Para lo cual se preparaban haciendo ayunos, coronaban a su dios, adornaban los árboles, prendían fogatas con maderas perfumadas, y al final, del 24 al 26 de diciembre, celebraban convites en donde se obsequiaban suculentas comidas y estatuas pequeñas de su dios, hechas con pasta comestible de maíz y miel.
Las órdenes religiosas que llegaron a La Nueva España, para iniciar la labor evangelizadora de los nativos de la región, aprovecharon esta gran fiesta y la sustituyeron por la del nacimiento del niño Jesús eliminando por completo el festejo a Huitzilopochtli. En lugar de la preparación de aquella fiesta, introdujeron el novenario de José y María, utilizando para esto la representación de su peregrinar de Nazaret a Belén, así que se escogieron los últimos 9 días anteriores a la Navidad, surgiendo de este modo las tradicionales posadas.
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