domingo, 11 de diciembre de 2011

La fe Guadalupana.

En 1531, a los primeros días del mes de diciembre, Juan Diego, un indio de México, iba caminando, cuando al pasar por el cerro del  Tepeyac escuchó que le decían:
"Juanito, Juan Dieguito". Éste subió a la cumbre del cerro y, cuando llegó a lo más alto, se admiró al ver a una mujer vestida de sol, después la divina mujer lo llamó para que se acercara y descubriera su voluntad. 
"Sabe Juan Diego, que yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive. Mucho quiero que se me construya una casita para mostrar a mi hijo y para darlo a todos los hombres que me invoquen. Porque yo en verdad soy vuestra madre compasiva. Para cumplir mi deseo ve al palacio del Obispo de México y dile cómo yo personalmente, yo que soy la Madre de Dios te envío".
Juan Diego fue directo al palacio del Obispo, Fray Juan de Zumárraga, pero aunque éste lo recibió, no creyó en su palabra y le mandó que volviera al día siguiente.
El Domingo, después de oír Misa, fue nuevamente Juan Diego al palacio del Obispo. En este segundo encuentro muchas cosas le preguntó y para estar seguro de que se trataba de la Madre de Dios, Fray Juan de Zumárraga le pidió una señal.
Juan Diego le dio la respuesta del Obispo a la Virgen, quien le mandó volver al día siguiente. Pero el lunes ya no pudo regresar, porque encontró en su casa, que su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo, para morir. Se quedó todo el día con él y el día martes 12 de Diciembre, cuando todavía era de noche, salió Juan Diego a México a buscar un sacerdote que le diera a su tío los Santos Óleos. Cuando estaba cerca del cerro pensó: "Si voy por el mismo camino la Madre de Dios me detendrá para que lleve su señal. Que primero nos deje nuestro dolor, nuestra aflicción". Y dio la vuelta por el otro lado del cerro. Pero la Virgen María que a todas partes está mirando, salió a su encuentro y le dijo: "Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿a dónde vas?"
Por lo que Juan Diego le respondió: "Mi niña, mi jovencita, voy a México a buscar un sacerdote para un siervo tuyo, tío mío, que está muy grave. Ten un poquito de paciencia conmigo que luego volveré por la señal”
La Virgen cariñosamente le respondió: "Escucha Juan Diego, ponlo en tu corazón. ¿No estoy aquí yo que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo?, ¿No soy yo la fuente de tu alegría?, ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos?, ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?. Sabe que tu tío ya está bien, ya está curado. Ahora es muy necesario que subas a la cumbre del cerro. Ahí encontrarás flores. Córtalas y tráelas a mi presencia.
Juan Diego sabía que no se daban flores en esa época del año, pero con toda su fe subió el cerrito y cuando llegó a lo más alto, se encontró en el paraíso, había una inmensa cantidad de rosas, de todos los colores, de aroma dulce y de una frescura inigualable. Cortó las flores, las guardó en su manto y bajó al encuentro de la Virgen. Ella las tomó con sus santas manos y le dijo: "Estas flores son la señal que llevarás al señor Obispo. Dile que vea en ellas mi deseo, para que construya mi templo, pero recuerda, no dejes que nadie vea las flores hasta que ya estés con el señor Obispo. Y sabe que mucho te voy a glorificar por tu trabajo y tu cansancio. Y en ti, que eres mi mensajero, está puesta mi confianza".
Cuando Juan Diego llegó al palacio del Obispo, después de mucho esperar logró verlo. Primero le contó todo lo que había visto y oído, y cuando terminó su relato le dijo: "Aquí tienes las flores, hazme el favor de recibirlas". Juan Diego dejó caer su manto, para que todos los ahí presentes pudieran ver las rosas. De repente, todos quedaron sorprendidos, pues la imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe se había quedado grabada en su manto.

 El Obispo de México, al ver el milagro, le creyó a Juan Diego y mandó a construir su templo en el cerrito del Tepeyac; hoy después de casi 500 años, el doce de diciembre los mexicanos celebramos el milagro de nuestra Señora, la Virgen de Guadalupe, y vamos a su casa, La Basílica de Guadalupe, a cantarle las mañanitas y a darle las gracias por sus bendiciones y milagros.




 

1 comentario:

  1. Muy bueno y muy oportuno... Ojalá que sigas con tu blog, es en verdad muy bueno. Creo que debes hacer un esfuerzo por que tus textos sean un poco más breves (concisos) para que la gente te lea completo.

    Muy feliz Navidad.¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

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